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Alfonso Orozco

Los otros datos del Sapal

Lo único que nos queda claro es que el problema del agua es serio, muy serio, porque lejos de disminuir –y aún cuando Sapal e Implan sigan sin ponerse de acuerdo en las cifras– el consumo seguirá incrementando y la paramunicipal seguirá extrayendo el agua del sobreexplotado acuífero

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León tiene un serio problema de abasto de agua. Más serio de lo que podríamos imaginarnos, y no parece haber verdaderos esfuerzos para encontrar soluciones. Lo que sí hay, en cambio, es una gran presión hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador para que tome una decisión: El Zapotillo, ¿va o no va?

De entrada, me parece un error poner todas las canicas en esta aparente solución; aunque nos dotará de agua durante unos 30 años al tiempo de permitir la recarga de los sobreexplotados acuíferos, no resolverá el problema de fondo: no estamos preparados para crecer como ciudad de manera sustentable.

Según datos del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de León (Sapal), el acuífero del Valle de León –nuestra principal fuente de abastecimiento– recibe una recarga de 156.3 millones de metros cúbicos al año. Suena bien, el problema es que extraemos 204 millones de metros cúbicos; la sobreexplotación anual, de 47.7 millones de metros cúbicos, que equivale a cinco veces el volumen de la presa El Palote.

En 2015, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) otorgó un título de concesión para que León pudiera explotar agua de la presa El Zapotillo, con un volumen autorizado de casi 120 millones de metros cúbicos anuales, suficientes, según el Implan, para cubrir a una población de 2 millones de habitantes.

Esto, tomando en cuenta un consumo promedio de 142 litros por habitante por día, que actualmente se satisface con los aproximadamente 151 pozos y unos 113 mil metros cúbicos de la presa El Palote.

*Captura de pantalla del Diagnóstico Municipal del Implan 2018

 

Estos datos son del Implan. Pero el presidente del Sapal, Jorge Ramírez Hernández, tiene otros datos: el 14 de agosto, a través de su cuenta de Twitter, el empresario reveló que el consumo por habitante por día es de 139 litros.

Entonces, ¿cuáles son los datos correctos? ¿Los del Implan o los del Sapal? Quizá los tres litros de diferencia pudieran ser mínimos, pero multiplicados por los 1.6 millones de personas que cuentan con el servicio ya es significativo. Además, el propio Implan decía en el diagnóstico anterior (el de 2017) que el consumo era de 97 litros por persona.

*Captura de pantalla del Diagnóstico Municipal del Implan 2017

¿Tanto incrementó el consumo de un año a otro? ¿Por qué aun citando al Sapal como fuente, los datos del Implan no coinciden con los de Jorge Ramírez?

Lo único que nos queda claro es que el problema del agua es serio, muy serio, porque lejos de disminuir –y aún cuando Sapal e Implan sigan sin ponerse de acuerdo en las cifras– el consumo seguirá incrementando y la paramunicipal seguirá extrayendo el agua del sobreexplotado acuífero.

¿Por qué no apostar a una mejor planeación urbana incluso para reducir los costos del bombeo de agua a zonas altas? ¿Por qué no apostar más a soluciones para captar aguas superficiales?

Una buena planeación y también una mejor cultura de cuidado de agua pueden ahorrarnos la escasez del futuro, que podría ser, sin duda, un freno para el desarrollo de la ciudad.

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Alfonso Orozco

El avión engañabobos

¿Usted está dispuesto a destinar 500 pesos a una rifa en la que tiene poquísimas posibilidades de obtener un premio (que ni siquiera es el avión)?

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La rifa del avión presidencial es un reflejo de cómo se está conduciendo el país: con ocurrencias y engaños.

Después de múltiples maromas, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció esta mañana que siempre sí se rifará el avión… pero no: lo que se repartirá es un premio equivalente al valor del avión, no el aparato en sí mismo.

El primero de diciembre de 2018, Andrés Manuel anunció que el avión se vendería junto con toda la flotilla de aviones y helicópteros que eran utilizados para el traslado de altos funcionarios. Posteriormente, el 14 de enero de este año, cambió de opinión y dijo que se entregaría a Estados Unidos a cambio de equipo médico.

Tres días después, el 17 de enero, anunció por primera vez que el avión se rifaría: 6 millones de cachitos, a 500 pesos cada uno. El ganador recibiría además un servicio de operación de dos años.

Este viernes 7 llegó la última maroma: lo que se rifa es el dinero del avión.

Muestra del boleto para la polémica rifa

Muestra del boleto para la polémica rifa

López Obrador anunció que cada cachito costará 500 pesos y se tratarán de colocar 6 millones. Se entregarán 100 premios de 20 millones de pesos cada uno. Entonces, si se anuncia la rifa del avión, pero el premio no es el avión… ¿estamos ante publicidad engañosa?

En cuanto a los ingresos, López Obrador prácticamente está pidiendo una cooperacha del pueblo para equipo médico. ¿Qué tan mal anda la recaudación fiscal? ¿O de plano los impuestos no se están utilizando como deberían?

Sin duda estamos ante una gran ocurrencia que habla de un gobierno sin rumbo, sin claridad.

¿Usted está dispuesto a destinar 500 pesos a una rifa en la que tiene poquísimas posibilidades de obtener un premio (que ni siquiera es el avión)?

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Alfonso Orozco

Que rindan cuentas los que perdieron el Estadio León

La pérdida del Estadio León da coraje porque lo que Roberto Zermeño y Héctor González obtuvieron gracias a los tribunales no es solo un inmueble, nos han arrebatado una parte de nuestra historia, de nuestra identidad.

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Parece que aún no dimensionamos lo que implica la pérdida del Estadio León. Para muchos de nosotros El Glorioso es más que un inmueble, es otro hogar donde vivimos alegrías y tristezas, es un símbolo para los leoneses que constituye parte de nuestra identidad.

Las familias de León tienen todo un ritual para asistir al estadio, es parte de las tradiciones de muchas generaciones. Y ahora está perdido. Sí, el León seguirá jugando en el estadio, pero ya no es nuestro, ahora pertenece a particulares que tras un litigio se lo arrebataron al pueblo.

La pérdida del Estadio León da coraje porque lo que Roberto Zermeño y Héctor González obtuvieron gracias a los tribunales no es solo un inmueble, nos han arrebatado una parte de nuestra historia, de nuestra identidad.

El jueves 24 de octubre, en sesión de Ayuntamiento, manifesté que el proceso jurídico evidenció la incapacidad de la autoridad de otorgar justicia para los leoneses.

Todos los que estuvieron involucrados en el litigio le fallaron a los leoneses, y no podemos simplemente dar vuelta a la página y decir que se trató de un error, o proponer la expropiación para que el estadio regrese al patrimonio municipal y hacer como si no hubiera pasado nada, cuando hay prioridades en las que se pueden invertir mejor los recursos.

Los responsables tienen que dar la cara. Aunque quieran esconder la cabeza como avestruces, el pueblo leonés sabe en dónde estuvo la falla. Saben quién constituyó el Fideicomoso y quién lo extinguió anticipadamente, que fue precisamente la puerta que aprovechó Zermeño para entablar la demanda y ganar el estadio.

Tanta negligencia nos hace pensar, incluso, que no se trató de un error… por eso es importante que se investigue a fondo y se deslinden responsabilidades.

Los que perdieron vergonzósamente el Estadio León no pueden tener cargos de responsabilidad pública, ya nos demostraron sobradamente que no pueden salvaguardar el patrimonio de los leoneses. ¿Qué siguen haciendo en el gobierno?

Necesitamos ser, todos los que ejercemos un cargo público, la autoridad que la ciudadanía necesita, tenemos una gran tarea por delante.

https://www.facebook.com/260844818111910/videos/524322201702066/

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Alfonso Orozco

Obliguemos a los fraccionadores a cumplir las reglas

¿Quién rompe más las reglas? ¿el que abandonó el fraccionamiento o el que le otorgó permiso para vender casas sin garantías?

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Calle inconclusa por fraccionadores en Brisas del Campestre

Las reglas tienen una razón de ser muy clara: garantizar el bienestar de la colectividad. Para lograr este objetivo deben de cumplirse siempre y adecuarse constantemente a la cambiante realidad, no a capricho de un grupo de interés sino de toda la sociedad.

Por supuesto hay excepciones, toda regla las tiene, pero estas son claras y muy puntuales; fuera de esto no hay pretexto: las reglas se cumplen.

El problema es cuando las ignoramos porque simplemente no nos convienen. Y lo grave es cuando quien las ignora es la autoridad.

Ejemplos hay muchos, unos más graves que otros, pero el principio sigue siendo el mismo: las reglas deben cumplirse y quienes tienen que poner el ejemplo son las autoridades.

Lamentablemente los incumplimientos a las víctimas afectan a terceros.

Esto ocurre, por ejemplo, con las personas que de buena fe compran una casa y el Municipio no puede ofrecerles todos los servicios a los que está obligado –agua, alumbrado público, seguridad, limpieza, etc.– porque el fraccionador no ha cumplido con sus obligaciones al 100%.

En el mejor de los casos los nuevos colonos tendrán que esperar algunos meses hasta que el empresario constructor pueda entregar el fraccionamiento al Municipio, con vialidades, áreas de donación, equipamiento, etc., y entonces ya se pueden ofrecer los servicios en su totalidad.

El fraccionamiento Brisas del Campestre es un ejemplo de ello.

Pero ¿qué pasa cuando el fraccionador simplemente desaparece sin cumplir con sus obligaciones? Los afectados son los colonos, quienes al carecer incluso de los servicios básicos verán afectada su calidad de vida.

Aquí no solo el fraccionador rompió las reglas, también lo hizo la autoridad.

Para obtener el permiso de venta por parte de la Dirección General de Desarrollo Urbano, el fraccionador debe cumplir, entre otros requisitos, con la garantía para la ejecución de obras de urbanización total o faltantes.

Con este candado el Municipio garantiza contar con los recursos suficientes para costear la urbanización ante el incumplimiento del fraccionador.

Entonces, ¿quién rompe más las reglas? ¿el que abandonó el fraccionamiento o el que le otorgó permiso para vender casas sin recibir la garantía para la urbanización total?

Actualmente en el Ayuntamiento trabajamos en reformas al Código Reglamentario de Desarrollo Urbano para el Municipio de León, pero antes de hacer ajustes, como redefinir las atribuciones de las distintas dependencias involucrados, me parece pertinente poner orden primero.

Necesitamos que los fraccionadores cumplan sus obligaciones. Que los compradores de vivienda tengan la garantía de que están invirtiendo correctamente su patrimonio, con la garantía de que no les fallarán, ya sea el desarrollador o el propio municipio.

Y desde luego las autoridades deben ejecutar las garantías cuando sea necesario, pero para ello es importante dejar de otorgar permisos de venta si no se cumple con todos los requisitos.

Empecemos por ahí. La lista de incumplidos debe ser larga, pero si no ponemos orden en lo esencial, las próximas modificaciones serán mero adorno.

¡Que no paguen justos por pecadores!

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