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Leyendas

Las leyendas del Cerro de Culiacán

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Seguramente en algún camino a carretera te has encontrado con este majestuoso paisaje conformado por el Cerro del Culiacán, antiguamente llamado “Chicomostoc”, encontrado al sur de Cortazar.

Su majestuosa forma piramidal, tiene una altura de 2,834 metros, coronándose como uno de los puntos más elevados del estado de Guanajuato.

Este hermoso lugar está lleno de leyendas y mitos, tanto que lo fantástico puede convertirse en realidad, ya que visitarlo, nos lleva a un tono poético, fantástico, histórico y científico que nos envuelve en una amplia variedad de leyendas.

Una leyenda dice que en tiempos de la colonia, vivía una familia de nobles con una hija muy bella; pero a la vez también vivía una familia de plebeyos en la cual había un arrogante hijo del cual se enamoró la joven.

Al enterarse los padres, decidieron no permitir ese matrimonio y separaron a la hermosa joven de la región.

El joven que estaba perdidamente enamorado de ella, al sentir frustradas sus ilusiones, se impuso la penitencia de llevar un madero a la cumbre del cerro, en tal misión perdió la vida. Contaban los lugareños que ese es el origen de la tradicional Cruz de Culiacán.

Al enterarse la joven, también subió al cerro con las doncellas de su servicio. Al llegar, solo encontró la cruz y pidió a las muchachas que la acompañaran a bailar la danza alrededor de la cruz. Así lo hizo cada año por el resto de su vida.

Cuando ella faltó las muchachas que le acompañaban siguieron haciéndolo, dejándonos una tradición que hasta la fecha se realiza.

Así como esta leyenda existen muchas más, algunas más mágicas que otras. Muchos dicen que este cerro es el mítico Aztlán, el lugar sagrado de los Mexicas donde empieza el origen de nuestra mexicanidad y, aunque se ha asegurado que otros lugares son realmente Aztlán, la verdad es que solo este sitio ha cumplido con muchas de las características de las que se mencionan en los documentos originales.

Se menciona también que este cerro tiene 7 entradas en donde habitaban el mismo número de tribus «Acolchichimeca», «Tzauteca «, «Aztecas», «Malpatiaca», «Texcalteca «, «Acucuhtinchatun» y «Los Chichimecas». Una leyenda más dice que este cerro es un volcán apagado esperando a que llegue el fin del mundo para hacer erupción.

¿Tú qué más sabes del Cerro de Culiacán?

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2 Comentarios

2 Comments

  1. Miguel Angel

    26 de agosto de 2019 at 3:11 pm

    Contacta al Maestro Antropologo Julio Celis Polanco, quien hizo el estudio del cerro y ha puesto en evidencia que los Aztecas si salieron de ésta región. El vibe en Cortazar

  2. Juan Valencia Palizada

    12 de mayo de 2021 at 6:21 pm

    Solo para comentar que soy el autor de la foto en cuestión (el cerro de Culiacán al fondo, con el puente al frente) y tiene derechos de autor. De hecho la foto está recortada, ya que en la parte inferior derecha aparece mi firma.

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Leyendas

Leyendas de León: El caballo que sacaba a los borrachines de las cantinas.

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bonitoleon.com: La Voz de León

Un caballo alto, delgado y vigoroso, su blanca cabellera contrastaba con su piel morena. Su único propósito era aliviar las necesidades, «Don Prudencio» el capallán de la iglesia «el calvario» en San José de García, época en que las construcciones eran de adobe crudo, pisos de terrado y paredes encaladas.

Cuando el sol se escondía «Don Prudencio» salía a deambular montando en su fiel caballo llamado «coyote» nombre que también le asignas a los descarrilados que a altas horas de la noche se encontraban por las calles y cantinas.
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«Creíste engañarme coyote» les decía «Don Prudencio» quien ya los esperaba con una sonrisa en la esquina a los trasnochados y regañados que pensaban engañarlos para poder regresar a la cantina. Siempre contando con la colaboración de su caballo quien los empujaba bruscamente con su hocico.
Por las noches el caballo salía de los corrales para recorrer las calles del barrio, parándose frente a las cantinas, haciendo sonar sus ásperos cascos y su fuerte relinchidos como lo había hecho por muchos años, los bebedores y trasnochados al escucharlo, respetuosamente abandonaban las cavernas y se iban a sus cada tranquilos con su conciencia, pues «Don Prudencio» aquel hombre que por tantos años había procurado su bien y el de sus familias, él había fallecido varios años atrás, el 4 de abril de 1885.

 

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Leyendas

«Fray Merengue» un famoso personaje leonés

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Allá a finales del siglo XIX, en las polvorientas calles de aquel tiempo en Bonito León, se alcanzaba siempre a distinguir quien las transitaba y hacia dónde iba.

Entre esas calles se encontraba caminando casi siempre a «Fray Merengue», uno de los «locos» más característicos de aquella época.

Su nombre verdadero era José Frías, pero todo mundo le decía Fray Merengue debido a que era un hombre que se vestía flojo, descuidado y sucio, lo cual hacía que su olor llegara a varios metros de distancia.

Los leoneses decían que en su juventud había ingresado al Seminario, escuela en la que había demostrado poseer una alta inteligencia, pero que tuvo que abandonar al perder la razón sorpresivamente de un día para otro.

Fray Merengue caminaba solo por las calles leonesas, levantando siempre comentarios hacia su persona de todo tipo. Él no los escuchaba y cada que veía cerca a una muchacha, le aventaba piropos.

Vestía trajes harapientos y, de la rodilla al tobillo, enredaba unas tiras de tela de colores que le daban un aspecto aún más extraño. Usaba camisas con puños almidonados que combinaba con corbatas de colores fosforilocos. Para completar su outfit extraño, usaba un sombrero de copa alta con los bordes carcomidos que, los maliciosos le tiraban de un golpe para después de haber hecho  la maldad salían corriendo.

Fray Merengue pasaba sus tardes sentado en las bancas del Jardín o de la Calzada, en donde dejaba su sombrero y fingía leer un grueso libro que nunca nadie pudo saber de qué trataba, pues lo cerraba de golpe en cuanto alguien se acercaba.

Fray Merengue era un fumador pero, al no tener ni un solo peso partido por la mitad, él mismo se fabricaba unos cigarrillos utilizando pedazos de periódico en los que envolvía las bachichas que recolectaba por la calle y las cantinas.

Dicen que todavía en 1915 se le podía ver recorriendo las calles de la ciudad y cuando los soldados de Pancho Villa invadieron la ciudad de León, un día desapareció para siempre. ¿Conoces a alguien que recuerde a Fray Merengue?

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Leyendas

Cascos Duros, personaje leonés

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Existen varias versiones que cuentan sobre este personaje. Debido a la tradición de boca en boca, con la que ha permanecido, se perdió el origen del apodo «Cascos duros», con el cual fue famoso y reconocido entre los vecinos de la ciudad del siglo pasado.

El Cascos Duros era un personaje alegre, bromista y chism… comunicativo. Su asistencia a bailes, juegos, paseos, etc, era infalible siendo siempre el alma de la fiesta. Las muchachas lo admiraban y le echaban ojo a la hora de los bailes, donde él era todo un master.

Este personaje organizaba paseos, llevaba serenatas y flores a sus múltiples enamoradas de las cuales, todas se consideraban las únicas y deseaban ser la esposa de ese hombre que además de divertido, tenía muy buena posición económica.

Pero Cascos Duros no se dejaba conquistar y prefería seguir de rompecorazones con cada muchacha que le gustaba. Con el paso del tiempo, esta fama de picaflor que un tiempo le dio popularidad, a los pocos años le cambió el estatus para mostrarlo como un hombre frívolo, y hasta peligroso para contraer matrimonio con una dama.

Esta fama negativa, afectó a que los amigos que anteriormente eran docenas, poco a poco le dejaran de hablar y comenzaran a alejarse. Las invitaciones a las fiestas fueron menos frecuentes y los saludos que anteriormente recibía por la calle y lo hacían detener su camino, fueron desapareciendo.

Cascos duros no sabía el origen de estos desaires de las personas a las cuales siempre había apoyado y prestado dinero. El personaje un día, decidió salir a cobrar lo que le debían pero, al ser él tan confiado, nunca pidió pagarés de tales adeudos y por supuesto, los ciudadanos negaron las deudas que tenían con él.

Esta actitud de sus conocidos fueron agriando poco a poco el carácter de Cascos Duros volviéndolo rencoroso, tacaño, egoísta y solitario.

Desapareció de la vida social y se refugió en su casa, donde se dispuso a no gastar ni un solo peso para sobrevivir y ahorraba hasta en sus propias comidas y necesidades básicas.

Con el tiempo se empezó a correr el rumor de que había perdido el juicio a causa del hambre que se hacía pasar y de viejos padecimientos que jamás se trató. Un día Cascos Duros desapareció definitivamente y de él solo quedó esta leyenda.

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