La leyenda de la novia Vicenta

Era el año de 1888, cercano al lluvioso y cálido meses de junio, cuando los enamorados Vicenta y Manuel preparaban su espléndida boda.

La hermosa joven emocionada, ya tenía su vestido de novia y todo listo para el gran día. Fue entonces cuando fueron a solicitar al sacerdote de la iglesia de San Juan De Dios que los casara a finales de mes. Todo era magia, amor y felicidad para la feliz pareja que, ya muy pronto comenzarían una vida juntos.

Cada noche, como buen novio, Manuel visitaba a su amada Vicenta y no hablaban más que de la boda. Al despedirse, la novia siempre le daba un tierno beso en la frente.

Fue en la madrugada del 18 de junio de ese terrible año cuando León sufrió una de las más fuertes lluvias ocasionando una histórica inundación. La imperdonable corriente derrumbó casas y arrastró todo a su paso.

Los truenos de la tormenta despertaron a Manuel y cuando se dio cuenta de la gravedad de la tormenta, inmediatamente pensó en su novia y la angustia comenzó a invadirlo. Sin esperar al día siguiente salió a buscarla pero se le dificultaba llegar ya que todo estaba devastado.

Conforme Manuel se acercaba a la casa de su querida Vicenta, solo veía muerte y destrucción a su alrededor. Al llegar a la casa de ella, gritó su nombre sin recibir respuesta y sin percatarse de que el agua comenzaba a descender.

Dentro de la casa de la dama todo estaba fuera de lugar y debajo de unos tablones yacía su amada sin vida. La impotencia y el dolor que sentía lo hizo llorar tantas lágrimas que se unían con la corriente de la devastadora tormenta.

Tiempo después, Manuel no resistió la pena que lo inundaba y decidió unírsele en donde quiera que ella estuviera.

Hoy en día, dice la gente que se le ha visto a la hermosa Vicenta vestida de novia cerca de la iglesia en donde sería su unión con el amado. También dicen que se ha visto a Manuel vestido de catrín pero, tristemente, no se les ha visto juntos.