La inundación de 1888

No es un secreto, desde su fundación, Bonito León sufrió muchas inundaciones, tanto por el caudal del río de los Gómez y arroyos que forman el río Turbio.

De acuerdo con el libro «Llegar a ser», que consultamos en el Archivo Histórico, según narran los historiadores, al momento de su fundación, existía un gran paisaje con bosque, fauna y flora, los torrentes en temporada de lluvias causaban frecuentes inundaciones, como las que contaban los juaninos, que cuando acabaron de construir la sala del hospital que costeó el comprador de las fincas del padre Espino, debido a que el río pasaba muy cerca del hospital el muro se fue derrumbando y fue necesario regresar al hospital de San Cosme y San Damián.

Entre el 18 y 19 de junio de 1888, se dieron lluvias torrenciales y luego cayó una tromba, inundando la villa. De tener más de 90 mil habitantes, la población leonesa se redujo a un tercio: los que sobrevivieron, se fueron a vivir a otros lugares.

El 20 de ese mes, el director del Hospital Civil, pidió al jefe que se dispusiera de un lugar adecuado para el traslado de tantos cadáveres. Entonces se informó de parte del hospital, que se recibieron seis heridos y 83 muertos, sin contar a quienes quedaron sepultados bajo los escombros y los que ya habían sido sepultados.

Antes de la inundación, León tenía Palacio Municipal, telégrafo, teléfono y ferrocarril, escuela de enseñanza secundaria, o Colegio de Estado, teatro Doblado y escuelas de canto.

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La industria leonesa era reconocida sobre todo en cuero, zapatos y rebozo, así como en la producción de granos, hortaliza y frutales, granado y carne. Poco a poco, la ciudad se fue recuperando, y para inicios del siglo XX la luz eléctrica y el automóvil representaron un parte aguas en la ciudad.