Historias
La inundacion de 1926
Formo parte de esa población que ama el clima lluvioso en la Ciudad como el de estos días, ¿quién no? Las tardes lluviosas son perfectas para quedarse en casa a tomar una taza de café y relajarse.
El problema está cuando esa tarde se convierte en día, noche y semana en la que no para de llover y la ciudad se vuelve un caos a causa de las inundaciones, de las cuales, los leoneses las conocemos todas.
Las inundaciones han sido una de las catástrofes naturales que han azotado con mayor frecuencia a León desde su fundación en 1576, se dice que han ocurrido al menos 20 de gran magnitud. En parte, claro, causadas por la naturaleza, pero también nuestro descuido ha jugado un papel importante.
León ha crecido en un terreno casi plano que difícilmente permite el rápido escurrimiento del agua que nos llega de sitios más altos después de una fuerte lluvia. Este exceso de agua que no pueden drenar los ríos que cruzan la ciudad se derrama sobre las calles y avenidas causando los desastres que hemos vivido.
Ha habido grandes y pequeños, unos se recuerdan más que otros por su magnitud. Una de las más fuertes ocurrió en la madrugada del 23 de junio de 1926, cuando gran parte de la población dormía tranquilamente y al escuchar gritos en la calle y los silbatos de los policías saltaron de sus camas para ver qué ocurría.
Fue tal la sorpresa de ver que el Río de Los Gómez se estaba desbordando por la calle 5 de mayo que la gente no sabía cómo reaccionar. Apenas amanecía cuando el arroyo de El Muerto también comenzó a derramarse sobre el pueblo del Coecillo, derrumbando las casas de adobe.
Por si fuera poco, a las nueve de la mañana una segunda creciente arrasó con la ciudad a causa de la destrucción de la cortina de la presa de la Hacienda de Arriba. Las campanas de los templos replicaban alertando a la gente para que huyera, pero ésta, al salir de sus casas se encontraba con que las calles se habían convertido en ríos que subían de nivel.
Con dificultad las personas comenzaron a cruzar las calles, asiéndose de puertas, barrotes de ventanas o faroles, llevando a cuestas a sus hijos más pequeños y algunas de sus pertenencias más preciadas. La mayoría intentaba llegar a lugares altos, otros encontraron refugio en el Teatro Doblado, el Seminario, Palacio Municipal, etc.
Hace unos años vivimos una inundación que todos recordaremos y cuyas imágenes recorrieron las redes sociales y las pérdidas materiales se hicieron presentes. Las memorias de la ciudad demuestran que la mala planeación en el crecimiento urbano, el poco respeto el cauce de los ríos y nuestra indiferencia a la contaminación ambiental, son las principales razones por las que constantemente sufrimos este tipo de contingencias.
Claro que no podemos controlar el clima, ni ahuyentar a las nubes para que no llueva, pero sí podemos hacer pequeñas acciones que ayuden a que el agua corra por donde se tiene que ir, podemos empezar por tirar la basura en su lugar para no tapar las coladeras y cañerías, por ejemplo. ¿Tú qué sugieres?
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