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Los organilleros, músicos itinerantes marcados por una trágica historia en su llegada a León

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Por Christian Rendón

En la calle Madero del Centro Histórico de León se escucha un sonido peculiar, es el organillo del señor Héctor Gallardo, músico itinerante que sobrevive a los cambios generacionales de la música.

A la gente que pasa por ahí les regala melodías que aprendió de herencia de su abuelo y padre y que ahora son su oficio y sustento.

De acuerdo a las efemérides de don Sóstenes Lira, los primeros organilleros llegaron a León en febrero de 1854 y su historia está marcada con un trágico episodio que marcó a la ciudad al menos durante esas generaciones.

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En aquellos tiempos las personas que se dedicaban a tocar este instrumento no lo hacían en la calle como ahora los podemos ver en los alrededores del Centro Histórico o en cruceros importantes como el bulevar Adolfo López Mateos y las Torres donde tocan a cambio de unas monedas.

Antes se usaba que tocaban de manera privada en las casas siempre y cuando las puertas y ventanas estuvieran cerradas y no aceptaban tocar más de cuatro canciones por 25 centavos cada una de ellas.

Fue en la calle de los Zapotes, esquina con Tránsito hoy Constitución, donde vivía un matrimonio joven, guapos los dos y tenían como vecina a una mujer “solterona” que coqueteaba con el esposo.

El defecto más grande del joven y lo que derivó la tragedia fue que celaba mucho a su hermosa mujer, tanto, que en un día de aniversario, ella le preparó una cena, se arregló hasta verse bella y contrató a un organillero para que les tocara.

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Como era sorpresa, el marido no sabía nada de lo que estaba ocurriendo y al llegar a casa vio la escena y se imaginó que lo estaba engañando. Esto aunado a la cizaña que ya le había metido su vecina desencadenó un fatal final.

En ese momento la historia cuenta que el joven acabó con la vida de su esposa y quien le dio la explicación de lo que pasaba fue el organillero, pero ya nada pudieron hacer. Desde entonces, a esa esquina se le llama la “Piedra Parada”.

Hoy pocas son las personas que conocen la historia de los músicos que amenizan a los leoneses cuando pasan por la calle Madero y regalan cultura y tradición a través de cada una de sus notas musicales.

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