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Historias

El «fusilamiento» en México

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En Francia los condenaban a la guillotina, en Japón se sometían al ritual del harakiri, en España la pena del garrote era común y en México… ¿cuál era la forma más común de acabar con la vida de los sentenciados a muerte?

Hasta el siglo pasado, las sentencias de muerte a causa de las guerras, las independencias y todo tipo de revoluciones armadas, eran un tema común en todo el mundo, lo que hizo que cada país tuviera su forma de ejecución preferida de acuerdo a sus costumbres militares o sus tradiciones populares.

La historia de la pena de muerte en México es muy antigua. Se tiene noticia de ella desde las culturas precolombinas, donde en el derecho azteca, las formas de aplicar esta irreparable pena eran crueles y dolorosas, como el descuartizamiento, la decapitación, la lapidación, el garrote y la horca.

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En la época colonial, en tiempos de la Inquisición, la muerte como pena fue práctica común junto con la tortura y los castigos corporales, no faltaban los azotes, la marcas y las estigmatizaciones. Pero esto no paró ahí, después de la Independencia, la pena capital siguió presente.

En nuestro lindo y querido México guerrillero, la costumbre era el ser “pasados por las armas” mediante el fusilamiento, que es la forma de aplicación de la pena capital, en que al condenado se le ejecuta mediante una descarga de disparos, por un pelotón de fusileros.

(Photo by General Photographic Agency/Getty Images)

Esta pena era un medio para matar legalmente reconocido durante siglos, especialmente aplicado en los delitos que deben ser juzgados por la justicia militar.

En nuestro país, el fusilamiento no discriminaba, era aplicado para todos los que “lo merecieran”, desde emperadores, guerrilleros, hasta bandidos o pordioseros, cuyos últimos segundos de vida los pasaron viendo las armas un pelotón de soldados.

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La hora cero del fusilamiento ocurría a las 6 de la mañana, al amanecer. Le decían la “forma de morir honorablemente” y podía aplicarse esta pena de pie, sentado o hincado. La lluvia de balas comenzaba por el pelotón, para después, ser finalizada con un tiro de gracia, que era el tiro a corta distancia y a la cabeza que daba el comandante del pelotón.

Afortunadamente, la pena de muerte ya está prohibida en México, pero el peculiar “honor” de ser el último fusilado en el país, le pertenece a un soldado de nombre Isaías Constante Laureano, quien el 9 de agosto de 1961 fue ejecutado en una prisión militar de Saltillo.

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