Semana Santa en León durante el Siglo XIX: Prohibiciones y Costumbres Olvidadas

Durante el final del siglo XIX, la Semana Santa en León se vivía de una manera radicalmente distinta a como lo hacemos hoy en día. En aquellos tiempos, la ciudad se sumía en un silencio casi sepulcral, donde cualquier forma de ruido, incluso el de los vehículos, quedaba prohibido. Según registros del Archivo Histórico Municipal de León, solo los Tranvías de la Compañía Limitada del Centro eran la excepción, manteniendo una actividad mínima.

Desde el primer viernes de Cuaresma, las costumbres eran estrictas: se prohibía cortarse el cabello y las uñas hasta después del lunes de Pascua. Dentro de los hogares, los niños debían guardar un silencio absoluto, so pena de recibir severos castigos como cinturonazos o golpes con varas de membrillo por cualquier desobediencia o mal comportamiento.

No menos rigurosas eran las prohibiciones de entretenimiento: quedaba estrictamente prohibido encender la televisión o la radio, marcando así días de luto según la tradición católica por la muerte de Jesús en la cruz. Incluso las serenatas y las audiciones de la Banda de Regimiento, que custodiaba la plaza, eran suspendidas y desoídas si las autoridades militares las permitían.

Además, se imponían restricciones en el arreglo personal: era inapropiado peinarse, especialmente para las mujeres, quienes tenían prohibido el uso de copete. Curiosamente, también se dejaba de lavar las manos durante esta semana, una práctica que hoy resulta difícil de imaginar.

Así, en aquellos días pasados, León se transformaba en un lugar donde el único sonido que se escuchaba era el del viento y el canto de los pájaros, junto con el esporádico timbre de la fábrica «La Americana», que marcaba los ritmos de entrada y salida de sus trabajadores. Estas costumbres, aunque hoy en día olvidadas, nos recuerdan cómo era vivir la Semana Santa en tiempos pasados en nuestra ciudad.