Cuando el templo de San Miguel fue clausurado

Por Paulina De La Mora

Todo iba muy bien, a finales del siglo XIX, el entonces pueblo de San Miguel (ahora barrio), contaba ya con su hermoso templo, donde sus pobladores acudían con gran fervor a oír misa, recibir los sacramentos, etc. Este templo, tomó su nombre en honor a San Miguel Arcángel, quien era reconocido como el patrono de los indios otomíes, primeros pobladores de este territorio.

La construcción de este templo se logró gracias a la petición de los otomíes hacia el virrey Marcos de Torres y Rueda, pues querían un templo dónde venerar a Dios, sin tener que moverse a la Villa de León. Incluso los pobladores regalaron cal y materiales para la construcción de este recinto. Por este motivo, el templo era muy importante para ellos.

Sin embargo, en septiembre de 1898 el templo fue clausurado de manera repentina, lo que sorprendió y molestó a la gente de San Miguel. La razón: el templo tenía fallas estructurales, y estaba en un grave riesgo de dañarse más o derrumbarse.

Queriendo evitar una tragedia, el gobierno civil ordenó la clausura, y hasta cinco meses después, en marzo del siguiente año, se inició la reconstrucción del templo. Además de mejorar la cimentación y arquitectura del recinto, se amplió a cinco naves. Unos meses después fue reinaugurado.

El templo recibió una segunda remodelación en 1998, con motivo de las bodas de plata sacerdotales del párroco Baltasar Gómez. En esta ocasión, se cambió el piso, se completaron los candiles y se cambió la pintura, del verde pistache al blanco ostión, entre otras cosas, otorgándole la imagen que conocemos hoy en día.

Gracias a estas acciones, que de momento causaron molestias para los feligreses, el templo ahora está en mejor estado. Todo sea por mejorar.