Historias
214 aniversario del Natalicio del Benemérito de las Américas, Benito Juárez
Hoy, 21 de marzo, se celebra el natalicio del ex presidente de México. De sangre indígena y oaxaqueño, el Benemérito de las Américas, llegó a ser uno de los mejores políticos de la historia mexicana.
El presidente Benito Juárez nació el 21 de marzo de 1806 en San Pablo Guelatao, Oaxaca.
Fue un político mexicano y abogado, parteaguas para un gran cambio en la historia de México gracias a la Constitución de 1857 y la Guerra de Reforma.
Después de ocupar los cargos de gobernador del estado de Oaxaca y presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ocupó la Presidencia de México de 1858 a 1872 de acuerdo a información del Gobierno Federal y de la historia de México.
También conocido como Benemérito de las Américas por su lucha contra la invasión francesa, Benito Juárez estableció las bases sobre las que se funda el Estado laico y la República federal en México.
En el tiempo que fungió como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, defendió la Constitución de 1857.
Durante el tiempo que permaneció como titular del Poder Ejecutivo, impulsó las Leyes de Reforma, mediante las cuales se establecían, entre otras cosas, la libertad de culto, la creación del registro civil, y la secularización de la beneficencia pública.
Benito Juárez murió el 18 de julio de 1872 por una angina de pecho.
La fecha en la que se le conmemora es el 21 de marzo, el mismo día que entra la primavera en México, sin embargo, las festividades no se relacionan y de unos años a la fecha ese día es puente en nuestro país, por lo que muchas personas aprovechan que no hay clases para realizar actividades recreativas en familia.
Actualidad
Los organilleros, músicos itinerantes marcados por una trágica historia en su llegada a León
Por Christian Rendón
En la calle Madero del Centro Histórico de León se escucha un sonido peculiar, es el organillo del señor Héctor Gallardo, músico itinerante que sobrevive a los cambios generacionales de la música.
A la gente que pasa por ahí les regala melodías que aprendió de herencia de su abuelo y padre y que ahora son su oficio y sustento.
De acuerdo a las efemérides de don Sóstenes Lira, los primeros organilleros llegaron a León en febrero de 1854 y su historia está marcada con un trágico episodio que marcó a la ciudad al menos durante esas generaciones.
En aquellos tiempos las personas que se dedicaban a tocar este instrumento no lo hacían en la calle como ahora los podemos ver en los alrededores del Centro Histórico o en cruceros importantes como el bulevar Adolfo López Mateos y las Torres donde tocan a cambio de unas monedas.
Antes se usaba que tocaban de manera privada en las casas siempre y cuando las puertas y ventanas estuvieran cerradas y no aceptaban tocar más de cuatro canciones por 25 centavos cada una de ellas.
Fue en la calle de los Zapotes, esquina con Tránsito hoy Constitución, donde vivía un matrimonio joven, guapos los dos y tenían como vecina a una mujer “solterona” que coqueteaba con el esposo.
El defecto más grande del joven y lo que derivó la tragedia fue que celaba mucho a su hermosa mujer, tanto, que en un día de aniversario, ella le preparó una cena, se arregló hasta verse bella y contrató a un organillero para que les tocara.
Como era sorpresa, el marido no sabía nada de lo que estaba ocurriendo y al llegar a casa vio la escena y se imaginó que lo estaba engañando. Esto aunado a la cizaña que ya le había metido su vecina desencadenó un fatal final.
En ese momento la historia cuenta que el joven acabó con la vida de su esposa y quien le dio la explicación de lo que pasaba fue el organillero, pero ya nada pudieron hacer. Desde entonces, a esa esquina se le llama la “Piedra Parada”.
Hoy pocas son las personas que conocen la historia de los músicos que amenizan a los leoneses cuando pasan por la calle Madero y regalan cultura y tradición a través de cada una de sus notas musicales.
Actualidad
¿Cuál fue la razón por la que se construyó el Arco de la Calzada?
El monumento más importante de la ciudad de León, Guanajuato sin lugar a duda es el famoso Arco de la Calzada de los Héroes. Este monumento es de estilo neoclásico con columnas de orden dórico y está coronado en su parte alta con una escultura de un león de bronce.
El Arco se encuentra ubicado en el paseo de la Calzada de los Héroes a la entrada del Centro, está exactamente sobre una glorieta. Fue construido en 1893 y es considerado uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad.
Pero, ¿Por qué se construyo el Arco de la Calzada?
El Arco de la Calzada de los Héroes fue construido para conmemorar el 83 aniversario de la Independencia de México. En el año 1893, se trazaron los primeros trazos de lo que eventualmente se convertiría en una emblemática arteria: la calzada. En aquel entonces, el arquitecto Pedro Tejada León recibió un singular encargo: la creación de un «Arco Triunfal» para conmemorar las festividades patrias del año. Sin embargo, con la instrucción específica de que este arco tuviera una vida efímera, se optó por emplear materiales como madera, cartón y yeso en su construcción.
El arquitecto Tejada León cumplió con maestría la encomienda, logrando un resultado que superó todas las expectativas. El deleite que el arco suscitó en la población fue tan profundo que generó un deseo colectivo de revivirlo en un formato más duradero. Surge así la idea de erigir un arco triunfal que no solo representara la ciudad, sino que también sirviera como una entrada majestuosa a lo que entonces era conocido como la avenida Francisco I. Madero, previamente denominada «Real de Guanajuato».
Esta decisión marcó un punto de inflexión, catalizando la creación del icónico camino que hoy conocemos como el Jardín de la Calzada.
En 1943, Don Francisco Lozornio Castillo dejó un legado perdurable al transformar la Calzada añadiendo un elemento único: un majestuoso león esculpido en ladrillo y varilla, con un exterior de cemento. Este león se erigió sobre la calzada, rindiendo homenaje al nombre de la ciudad y convirtiéndose en un símbolo icónico. Con la mirada fija en la ciudad, encarnaba la esencia de la localidad.
Con el tiempo, se introdujeron algunas modificaciones, pero la estructura y su león de cemento se mantuvieron en la cumbre durante quince años. En la mente de los lugareños, surgió una noción intrigante: la creencia de que el León los observaba, siguiéndolos con la mirada. Aunque infundado, este mito avivó el interés de las personas, atrayéndolas al monumento para contemplar la imponente estructura durante largos momentos. Las historias tejidas alrededor de esta figura realzaron su significado y contribuyeron a la riqueza de la experiencia de la Calzada.
El 16 de marzo de 1958 marcó un cambio significativo en la Calzada. En lugar del anterior león, emerge una nueva creación que promete una presencia aún más imponente. Confeccionada en bronce, esta figura fue diseñada para destacar como nunca antes. La historia revela que Antonio Velázquez, el torero, encabezó la donación de fondos para este ambicioso proyecto. Pero no estuvo solo: empresarios, ciudadanos y hasta el ayuntamiento de la localidad se unieron para financiar esta nueva obra maestra.
El encargo de esculpir este nuevo león de bronce recayó en Humberto Peraza, cuyo talento dio vida a la visión. Una vez completada, un equipo de trabajadores la trasladó rápidamente al palacio municipal, donde todos pudieron admirarla y reconocer la solidez de su diseño. Luego, el león encontró su lugar en el arco de la calzada, inicialmente ubicado encima del antiguo león de cemento. Esta colocación permitió evaluar su resistencia y prevenir daños por curiosos.
Al inicio, la comunidad no estaba del todo convencida con la sustitución del león original, ya que este último tenía una identidad arraigada. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, las personas comenzaron a familiarizarse con el nuevo león de bronce. El cambio encendió debates sobre la identidad y la tradición, pero al final, la majestuosidad y el encanto del nuevo león forjaron su propio lugar en el corazón de la ciudad.
Actualidad
Arturo Guerrero ‘El Mano Santa’ Recibe Reconocimiento por Dejar en Alto el Nombre de León y Figurar en los 10 Mejores Basquetbolistas del Mundo de su época.
En un emotivo acto, la presidenta municipal Ale Gutiérrez entregó el reconocimiento «Soy de León» a Arturo Guerrero Moreno, reconocido exbasquetbolista conocido como ‘El Mano Santa’. La distinción resalta su destacada trayectoria, en la que dejó en alto el nombre de León y logró una posición en el selecto grupo de los 10 mejores basquetbolistas del mundo en su época.
Con una combinación de disciplina, esfuerzo y dedicación, Arturo Guerrero se alzó como un ejemplo de valores y destreza desde el inicio de su carrera profesional. Ale Gutiérrez expresó su orgullo por el talento y logros de Guerrero, que proyectaron a León a nivel internacional.
«El Mano Santa» no solo se destacó por su habilidad para encestar, sino también por ser un modelo de superación. Jugador destacado en México y reconocido entre los 10 mejores del mundo, Arturo Guerrero optó por continuar su compromiso con la ciudad tras su retiro profesional, desempeñándose ahora como consejero de la Comisión Municipal del Deporte.
Ale Gutiérrez subrayó la importancia de figuras como Arturo Guerrero para el avance de León, destacando su labor en la comunidad y en el ámbito deportivo. Guerrero, por su parte, agradeció el reconocimiento y compartió su orgullo por ser «de León».
En su recorrido por la historia de Guerrero, se revela que su pasión por el baloncesto comenzó a los 10 años. Su ascenso meteórico incluyó la victoria en el Nacional Juvenil a los 18 años y su elección como Mejor Jugador Juvenil Mexicano al año siguiente. Un momento clave fue en 1965, cuando una actuación extraordinaria lo llevó a la Selección Nacional.
La carrera de Arturo Guerrero continuó en ascenso con múltiples logros, entre ellos destacan su papel como campeón anotador en los Centroamericanos de Puerto Rico y su participación en Juegos Olímpicos como uno de los 10 mejores jugadores del mundo según la FIBA.
Su estilo de juego y precisión al encestar le valieron el apodo «El Mano Santa», otorgado por el comentarista Antonio Hernández. Tras retirarse como jugador, Guerrero siguió cosechando éxitos como director de la Selección Nacional, obteniendo títulos en los Juegos Centroamericanos y Panamericanos.
La historia de Arturo Guerrero, desde sus humildes comienzos hasta sus logros internacionales y su impacto en León, se convierte en un símbolo de determinación y éxito en el mundo del deporte y más allá.
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