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Historias

El Santo Cristo del Barrio

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Foto: Revista 012

bonitoleon.com: La Voz de León

Corría el año de 1542 cuando en el Valle de los Huastatillos (hoy municipio de León) habitaban varias familias de españoles y mulatos que trabajaban sembrando hortalizas. Vivían con temores de ser atacados por los indigentes que merodeaban la región, pues con frecuencia los asaltaban y cuando ponían resistencia, los mataban.

Una tarde llegó hasta la choza donde vivían Gaspar y María Najar un joven de nombre Sebastián Aparicio. Venía comandando una cuadrilla de trabajadores, pues a encargo de la corona española estaba reconstruyendo y ensanchando los caminos que comunicaban desde el Valle de México hacia la zona norte de Zacatecas, pasando por el Bajío.

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Esa tarde, Sebastián insistía tocando la puerta de la choza, como no le abrían decide retirarse cuando escucha la voz de María preguntando: ¿Quién toca y que se ofrece?
-Soy Sebastían Aparicio, y venimos en son de paz… queremos un poco de agua y autorización para acampar en estas tierras.
María abrió la puerta, Sebastián miró a Gaspar maltrecho en cama y le pregunta ¿Acaso estás malo?, ¿te puedo ayudar en algo?, a lo que él respondió diciendo que todos los que vivían por ahí estaban enfermos y que no había medicinas que los pudieran curar.

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Un día que Sebastián regresó de uno de sus viajes a la CDMX, trajó una pócima que hizo tomar a los enfermos, quienes sintieron una ligera mejoría pero no sanaban y muchos seguían muriendo.
Una vez que Sebastián tuvo que retirarse reunió a la gente y les regaló un Crucifijo al que pidió llamarle «El Señor de la salud» y les dijo que él no solo les curaría las enfermedades del cuerpo sino también las del alma.
Tras recibir la imagen y tenerle fe, los enfermos comenzaron a sanar. Tiempo después se supo que Sebastían se hizo monje y murió en un convento en Puebla. Se le reconoció como San Sebastián de Aparicio, y junto a con San José de Yermo y Parres son los santos venerados en el Barrio Arriba.

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