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Historias de León: El Mercado San Francisco

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Foto: AHML
bonitoleon.com: La Voz de León
Por Christian Rendón
Durante casi 60 años don Adolfo Tostado ha sido proveedor de pollo fresco en el mercado de San Francisco en el barrio del Coecillo, la primera vez que partió uno tenía cinco años, su papá, don Tanilo, tenía su pizarra de pollos desde al antiguo establecimiento y ha sido testigo de los sucesos más importantes del lugar.
Don Adolfo hoy tiene 64 años, 59 de ellos en el mercado, llegó desde que los primeros vendedores se instalaron en terrenos de los frailes a un costado del templo para ofrecer productos de huertas, principalmente verduras, de acuerdo al Archivo Histórico de León.
Con el tiempo fueron colocando barracas hasta que en la administración de Antonio Madrazo 1938-1939, se construyó un galerón con techo de lámina y sin muros, siete años después, se amplió el mercado con alumbrado y cemento, en ese lapso llegaron don Adolfo y su papá, incluso, le tocó la construcción del nuevo mercado en 1962.
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“Me acuerdo que había misa de cinco aquí los domingos y salía la gente de misa y ya había aquí tamales, atole, buñuelos, enchiladas, había birria, muchas cosas bien sabrosas, pan, chocolate».
“Tumbaron el merca’o viejito y nos hicieron el mercado de La Luz que era para cambiarnos para allá, entonces nos cambiamos y no se vendía nada, entonces lo que hicimos fue que nos venimos todos a la calle aquí y como los padres decían que ya mucha gente no venía a misa como antes por el mercadito, dijeron: ‘que se vengan’ y este pedazo (donde están ahora ubicados) es del atrio, del templo, no es del Municipio, los padres no lo prestaron para hacer el mercado”, platicó.

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Y como si fuera una película, don Adolfo platica las escenas que ha vivido como cuando se inundó el mercado en 1972, cuando los gobiernos han querido vender sus locales, pero se apasiona en el tema de los pollos, su oficio de vida.
“Anteriormente el problema era mucho porque no había las granjas suficientes, haz de cuenta que teníamos que comprar los pollos en las casas, el pollo era más caro que la carne porque no había, por ejemplo, los camiones que venían de los ranchos todos nos aperrábamos y a ver quien gana, hasta se arrancaban los pollos”, platicó.
Esos camiones bajaban de las rancherías como el Huizache, se ponían en “El Diablito”, allá por el barrio de Santiago, aunque también vendían en La Soledad pero ya era lejano para ellos y don Adolfo sigue partiendo pollo de siete de la mañana a tres de la tarde y ya ha enterrado a la mayoría de sus compañeros que se dedicaban al mismo giro.
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