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Historias

La Guerra Cristera en León (Segunda parte)

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Foto: Periódico am

En otra ocasión te dimos una ‘cucharada’ de lo que fue la guerra cristera en nuestra ciudad, ahora queremos hablarte sobre las acciones de persecución religiosa que se presentaron.

Si bien el corazón de este movimiento armado estaba en Los Altos de Jalisco, Guanajuato y Michoacán también tuvieron una activa participación.

El ejército federal que comandaba el general Escalona llegó a León luego de que el Obispo Valverde y Téllez decretó la suspensión del culto público, la administración de los sacramentos y la predicación en todos los templos de la diócesis. Escalona estableció su cuartel en la casa del semanario, lugar donde estuvo de julio a diciembre de 1926. En aquel entonces, la gente participó en largas peregrinaciones de rodillas y vistiendo color negro, rumbo al Templo del Calvario, además de que se realizaban prácticas de oración y sacrificio durante las «noches de expiación» en el Templo Expiatorio.

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En enero de 1927 se realizó la primera acción de autoridades municipales y federales en contra de un grupo de jóvenes católicos asociados a la A.C.J.M. y a La Liga. Fueron fusilados y sus cadáveres expuestos frente al Palacio de gobierno.

Paralelo a estas acciones, hubo sacerdotes que atendieron secretamente las demandas de los católicos de León en casas particulares, a pesar de los cateos efectuados por el MP y por miembros del ejército. Alguno de éstos, fueron los padres Andrés Solá y Trinidad Rangel, quienes al ser descubiertos, fueron fusilados también.

Además de lo anterior, se enlistaron a personas y familias señaladas por ir «contrarias» al gobierno; fueron perseguidos y fusilados obreros y dirigentes de organismos sindicales católicos. El vicario de la parroquia de Purísima del Rincón, José D. Pérez, fue aprehendido, pero el entonces gobernador Octavio Mendoza, y el presidente municipal Ramón Velarde, lo dejaron huir al extranjero.

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Y fueron muchos los sacerdotes de León, incluido el obispo Valverde y Téllez, los que alentaron sin ayudar materialmente al movimiento. Algunos como el sacerdote Isabel Salinas, organizaron directamente milicias armadas para combatir al ejército federal.

Para finales de 1928 los combates eran algo cotidiano, en nuestra ciudad se hizo famoso Luciano Serrano, pues se cuenta que «noche tras noche regresaba a la ciudad tras la persecución del general Cedillo».

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