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Historia de la Semana

La pequeña Polonia de León

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Han pasado más de 75 años de la llegada de las migraciones de refugiados polacos a México, específicamente a Santa Rosa, en la ciudad de León; es por ello que te compartimos la historia de este hecho histórico en nuestra ciudad.

La Segunda Guerra Mundial estalló un viernes primero de septiembre luego de que las tropas Nazis invadieran a Polonia y posteriormente Rusia. El gobierno de Polonia negoció la salida de grupos de refugiados, compuestos principalmente de ancianos, mujeres y niños huérfanos; después del rechazo de varios países en acoger a estos grupos, fue el gobierno de Manuel Ávila Camacho, quien anunció el acuerdo para refugiar a 1,500 polacos en México.

Fue el primero de julio de 1943, cuando a nuestra ciudad llegó el primer grupo integrado por 706 personas, quienes fueron recibidos en la Escuela Granja, ubicada en lo que fue el Instituto Lux, hoy Forum Cultural Guanajuato. El segundo grupo, integrado por 726 personas llegó después y ambos grupos fueron llevados a Santa Rosa el 2 de noviembre de ese año.

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Este acuerdo de acogida fue una colaboración de los gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra, Polonia y por supuesto México, que sería la tierra encargada de brindarles una nueva vida a los refugiados, en este pacto se había establecido la ayuda económica de diferentes asociaciones estadounidenses, pero por los retrasos de las mismas, las condiciones de vivienda los primeros años de refugio se tornaron difíciles para los polacos.

«Yo me llamo Valentina Grycuk Bronicka y nací en una pequeña ciudad llamada Novogrudk, misma que ahora pertenece a Bielorrusia (…).

Una noche de febrero llegaron los soldados y les dijeron a mis padres: les damos una hora para que recojan lo que puedan y se vayan (…). Los rusos nos llevaron a Siberia (…). Cuando llegamos, ahí mi madre, que estaba embarazada, resbaló en el hielo y eso le provocó una hemorragia; en una carretita la llevaron del campo de concentración donde estábamos al pueblo más cercano, pero se congeló y murió.

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Después a mi padre se lo llevó el ejército ruso (…). Se instaló en un barco como cocinero. Ahí nos separamos. No lo volví a ver hasta treinta y cinco años después. Salimos de Siberia a la ciudad de Karachi (Pakistán) en tren (…) estuvimos como nueve meses en una playa, en casas de campaña. Había muchos niños solitos completamente. De Karachi nos llevaron a la India.

Recuerdo muy bien cuando veníamos en tren, después de desembarcar en Los Ángeles, California; al entrar por la frontera de Ciudad Juárez, a mí se me hacía tan bonito todo, venía muy contenta, pero cuando llegamos a León, ¡fue tan bonito! Nos recibieron con flores y mariachis, había mucha gente, era como un día de fiesta. Asustada me preguntaba: ¿Por qué tanta gente? Fue un recibimiento maravilloso, la gente muy cálida», León, cinco siglos contra viento y marea, Mariano González Leal.


Este asentamiento llegó a tener 397 cuartos; un hospital con salas para mujeres, niños y hombres; un pabellón para enfermos contagiosos, un dispensario, dos salas de consulta, una botica, un gabinete dental, cámara mortuoria, una capilla y un pequeño mercado. Había tres casas de baños con regaderas, 92 lavabos, lavaderos con 50 piletas, un teatro, cinco talleres, una panadería, 16 cuartos para oficinas de la administración y una biblioteca. Es importante recalcar que todo el mantenimiento de la hacienda estuvo en manos de Estados Unidos y las organizaciones de ayuda polacas y judías.

Una de las construcciones más importantes era el orfanato, que estaba compuesto por 15 dormitorios, una sala de recreo, habitaciones para monjas y maestras, una enfermería, almacenes e instalaciones sanitarias. En este lugar se buscó ayudar a los niños a superar los horrores de la guerra y confiar en las personas; gracias a este proyecto se les regresó la sonrisa a estos pequeños.

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Las intenciones del gobierno y de los mismos refugiados era que al término de la guerra volvieran a Polonia, por lo que se debía mantener viva la identidad nacional, y esto se logró con la educación, pues se mantuvo el modelo educativo de Polonia.

Para noviembre de 1943 había mil cuatrocientos treinta y cuatro refugiados polacos, quienes en su gran mayoría vivían en lo que conocía como “Polonia la chica”. En este lugar tenían una iglesia, un molino adaptado como escuela, un orfanato y un mercado; era una pequeña ciudad para esta comunidad. En 1946 con la llegada de Miguel Alemán, se les dio permiso de trabajar, y fue así como la integración de los leoneses y polacos se dio de forma más intensa; pues aumentaron las uniones matrimoniales entre mexicanos y polacos, se organizaban excursiones para conocer el Estado, además de que se organizaban festivales para conocer la cultura polaca.

“Estas personas se salvaron de morir en una guerra en la que perecieron 38 millones de personas en Europa, entre ellas 6 millones de judíos, 20 millones de soviéticos, 4 millones de polacos y 1.7 millones de yugoslavos”, “La Pequeña Polonia” en México: historia de refugio y hospitalidad (1943-1947) Celia Zack de Zukerman  Gloria Celia Carreño A.

El campo de Santa Rosa fue liquidado oficialmente el 31 de diciembre de 1946, muchos refugiados partieron a Estados Unidos y Canadá, otros regresaron a Polonia, y otra parte permaneció en México, donde formaron su familia; que en su mayoría se mudaron a la Ciudad de México.

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Esta historia refleja la muerte y destrucción que la guerra ha dejado siempre, pero que gracias al acogimiento de la ciudad estas personas lograron sobrevivir y creer nuevamente en la humanidad; a los niños se les regresó la esperanza y se les brindó un espacio en el que pudieran ser justamente niños. Seguramente faltarán muchos datos e historias de estos hechos, pero sin duda el punto central es como la hermandad y solidaridad puede cambiar vidas.

¿Conoces datos o historias acerca de los refugiados polacos?, si es así, compártela.

















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