Alfonso Orozco
Juan Diego no tenía que morir
El policía hizo su trabajo: persiguió a los delincuentes, pero recibió un disparo que minutos después le arrancó la vida. No tenía que morir.
Juan Diego González Valadez entregó su vida por León. Como policía, conocía los riesgos de su trabajo, pero no deja de ser una injusticia que personas inocentes mueran por culpa del crimen.
Cuando conocí la historia personal de Juan Diego no pude evitar sentir tristeza y rabia: tenía 28 años y dejó huérfanos a una niña de 5 y a un niño de apenas un año. Él quería ser agente de Tránsito, no de Policía, pero no había disponibilidad.
Su deseo por sacar adelante a su familia le hizo aceptar el cargo y portar el uniforme con toda la valentía que se espera de un policía. Entró a la corporación en 2017, después de pasar por la Academia Metropolitana, y atendió su último reporte el sábado 10 de agosto: un robo a mano armada en una ferretería del Fraccionamiento Hidalgo.
Hizo su trabajo: ubicó el vehículo en que huían los maleantes y los persiguió. Los delincuentes le dispararon hiriéndolo en la clavícula, lo que momentos después derivó en su muerte, cuando recibía atención médica.
Gracias en parte a la participación ciudadana, la Policía ubicó y detuvo a los responsables. Juan Diego no tenía que morir, eso es lo que me da rabia.
Queda claro que la Policía no puede estar en todo lugar en todo momento, es prácticamente imposible, y que aún contando con la tecnología más avanzada siempre habrá una pieza clave para prevenir y combatir los delitos: la participación ciudadana.
Sostengo que nosotros, como sociedad, tenemos una responsabilidad muy importante para poder vivir en paz. La seguridad empieza desde nosotros mismos: en nuestra casa, con nuestra familia y vecinos. Nosotros sabemos qué es lo que ocurre en nuestro entorno inmediato, y también podemos aportar para auto cuidarnos.
La suma de estos pequeños esfuerzos individuales son los que nos sacarán adelante particularmente en una cuestión tan delicada como lo es la inseguridad: por más cámaras de vigilancia que tengan el gobierno y los empresarios, nada superará a los millones de ojos de los que nos preocupamos por nuestro bienestar colectivo.
Y esa es precisamente la clave: pensar en el colectivo, no en el individuo. Entre todos podemos señalar a los ladrones, a los vándalos, a quienes dañan a la sociedad, presentando denuncias puntuales ante la Fiscalía para evitar que haya impunidad.
Entonces no tendremos delincuentes que entren y salgan de las prisiones para seguir un estilo de vida destructivo para todos, como los que arrebataron la vida del policía Juan Diego González, a cuya familia deseo pronta resignación.
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Derrumban «disco del diablo»
Violeta Padilla González
13 de agosto de 2019 at 6:50 pm
Es reconfortante leer tu columna! Diego era mi concuño comíamos juntos todos los domingos! Llegaba de trabajar y agarraba a besos a sus niños! Aún no puedo creer que ya no esté! Parece que lo veo y escucho su risa! Y ahora de un momento a otro ya no está! Me duele el dolor de bety su esposa y de Vanesa su niña que a sus 5 años sabe perfectamente todo lo qué pasó! Solo el tiempo cicatrizará la herida! Y esperamos que las autoridades cumplan y respondan económicamente con sus hijos! Para que la muerte de Diego no sea en vano! Por qué todo lo que hizo fue por sus hijos y esperamos que ellos puedan gozar de los frutos del esfuerzo de su papá! Gracias por tus palabras!