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Historias

Don Juan tiene 65 años de bolero en el Centro Histórico de León

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Es viernes al filo de las 12 del mediodía y don Juan González Rangel pone “guapos” los zapatos de uno de sus clientes que ha conseguido a lo largo de sus 65 años que tiene como bolero en la Plaza principal del Centro Histórico de León. Esta es su historia.

En la actualidad tiene 77 años de edad y desde su lugar de trabajo se remontó a su infancia y desempolvó sus recuerdos para compartirlos con Bonito León y sus lectores.

Nació en la Cuna de la Independencia, en el municipio de Dolores Hidalgo y fue a los dos años de edad cuando quedó huérfano de padre y madre, en manos de unos familiares.

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No tuvo una infancia feliz, por lo que a los 7 años de edad tuvo que tomar decisiones de vida como un adulto y emprendió su vuelo solo y llegó a la ciudad de León, donde primero vivió en la calle, hasta que un señor se apiadó de él y lo adoptó siempre y cuando se hiciera cargo de sus gastos personales: “El hambre me hizo correr acá”, comentó.

Primero estuvo de “zorrita”, como se le llamaba a los ayudantes de los trabajadores que se dedicaban a la curtiduría, pero ninguno le pagaba, le tocó ver cómo se iban a tomar y él se quedaba esperando, a veces con hambre.

“Todos esos hijos de su mal ¡Qué bárbaros! Nunca recibí un centavo, yo era, en ese tiempo se llamaban zorras, se arrimaban a aprender”, recuerda.

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Intentó de una y otra cosa, hasta que un día, sentando en el Centro de la ciudad, vio cómo trabajaban los boleros de antaño, observó cómo ganaban dinero y le llamó la atención, por lo que optó por preguntar.

“Me llamó la atención que se baja uno, pagaba y se iba, luego de rato llegaba otro igual, y dije: ¡Ah caray, ah caray! ¿Cómo será esto? Me informé y resulta que sí había lugar y fui con ellos y les dije todo que yo quería trabajar en esto”, dijo.

Sin embargo, el primer impedimento fue la edad, pues querían solo a personas a partir de los 16 años y él tenía 12, pero el hombre que lo adoptó respondió por él.

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Pasaron sólo 5 años cuando a los 17 se casó con una mujer de 15 años de edad, con la que tuvo 10 hijos, de los cuales, solo sobrevivieron 7, y a los que sacó adelante con el oficio de bolero, incluso, de ahí mismo compró un terreno en la colonia la Anaya y lo fincó y es donde hasta la fecha vive con su esposa con quien ya tiene 60 años de matrimonio.

Yo aquí de mi trabajito hice mi casita, compré mi lotecito y arrimé material para fincar mi casa aquí en la colonia Anaya, ahí tengo mi casita, en ese tiempo, cuando compré mi lotecito me costó 6 mil 500 pesos, eso nunca se me ha olvidado, cobrábamos la boleada en esa etapa a peso, tuve que joderme eso”, platicó.

Sin embargo, no permitió que ninguno de sus hijos se dedicara al oficio porque en aquel entonces no tenían prestaciones como con las que hoy pueden contar.

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Aunque su hija, una mujer profesionista, le ha dicho que se salga de trabajar y ella lo apoya, don Juan sigue yendo a bolear zapatos, pues dijo, es su vida.

 

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