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Leyendas

Leyenda «El Señor de Villaseca»

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Cuentan que en el año de 1540, llegó del viejo continente un hombre de buen porte de apellido Villaseca. A los pocos meses de ya haberse instalado en nuestro país, el señor de origen español comenzó a ganar muchísimo dinero al convertirse en propietario de una mina de la cual, estaría metales preciosos como oro y plata.

El señor Villaseca era muy fiel y creyente de Dios, era muy misericordioso y caritativo ya que parte de su riqueza la distribuía entre los más necesitados, con la idea de que al morir su alma tendría pase asegurado al cielo.

Dicen que el señor mandó traer desde su país natal, tres Cristos. Dos de estas esculturas, las colgó en su mina para protección de sus trabajadores y el tercero lo donó al templo del Mineral de Cata en Guanajuato.

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El señor de Villaseca rápidamente se ganó el corazón de los vecinos y de la gente que lo rodeaba pero, como a todas las personas, la muerte lo sorprendió una triste noche de 1580. Varias fueron las misas que se ofrecieron en su nombre ya que era un hombre muy querido.

Tres décadas después de su muerte existió una mujer muy noble, casada con un minero trabajador de la mina del señor de Villaseca, pero que la maltrataba constantemente. La dama al sufrir siempre de violencia, se refugió y fijó sus ojos en otro minero que la cotejaba, aún sabiendo lo de su matrimonio.

Una tarde, la mujer se dirigía a la mina donde trabajaba su amante para llevarle una canasta de comida. En su camino, su marido, quien ya sospechaba de la traición, la esperaba detrás de un arbusto. La mujer, al verlo empuñar un cuchillo se asustó y se encomendó al dueño de la mina, el señor de Villaseca.

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El hombre amenazadoramente le preguntó hacia dónde se dirigía y ella muy nerviosa le contestó que a llevarle flores al señor del Villaseca. El marido le arrebató la canasta y la amenazó diciéndole que de no ser cierto la mataría en ese momento.

Para sorpresa de ambos, la canasta estaba llena de flores y la mujer, agradecida con el milagro, le prometió al señor de Villa Seca que cada semana le llevaría flores a su tumba.

Al poco tiempo, el marido tuvo un accidente en la mina y murió, dejándole libre el camino a su mujer para ser feliz con su amante que la amaba de verdad y no la maltrataría jamás.

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